El P. Diego Alonso-Lasheras, jesuita profesor de Teología moral en la Universidad Gregoriana de Roma y de Religión y Relaciones internacionales en la Universidad Pontificia de Comillas, nos habló el jueves día 1 de diciembre sobre las dimensiones religiosas del conflicto en Ucrania.
En una muy interesante disertación presentó el tema a partir de tres claves: la cultura, la identidad y pertenencia y el poder. El ponente señaló cómo el pueblo ruso y el ucraniano comparten una misma cultura desde hace siglos, que tiene su origen en la conversión al cristianismo de la Rus de Kiev y el posterior bautismo en Crimea de Vladimiro el Grande. Esto hace que el origen religioso y espiritual de los rusos esté situado en lo que hoy es Ucrania. Una segunda dimensión del conflicto viene provocada por la búsqueda de identidades fuertes en ambos países tras la caída del mundo soviético. Identidades que se forjan especialmente en Rusia en torno al concepto del mundo Ruso, la idea de un pueblo espiritualmente único y la búsqueda del propio camino frente a Occidente. Por último, la tercera dimensión que ejerce influencia en el conflicto entre ambos países es la división política que es reflejo de la actual división religiosa, una vez que el patriarcado de Kiev se constituyó como autocéfala. Esto ha venido generando una gran tensión en todo el mundo ortodoxo, en torno al liderazgo y al poder en el mismo.